El semanario "Der Spiegel " revela que más de 50.000 ciudadanos de la RDA fueron utilizados como conejillos de indias por los grandes consorcios farmacéuticos para probar en ellos nuevos medicamentos experimentales no aprobados para su administración.
Estos ciudadanos habrían sido expuestos a experimentos farmacéuticos a menudo sin saberlo y en algunos casos perdieron la vida, en ese contexto de investigaciones y pruebas.
El semanario cita documentos del ministerio de salud de Alemania oriental y el instituto alemán de medicamentos que demostrarían la realización de más de 600 pruebas de medicamentos en 50 clínicas hasta la caida en 1989 del Muro de Berlín.
Los laboratorios ofrecían hasta 800.000 marcos alemanes(unos 400.000 euros) por cada uno de los experimentos, aunque no queda nada claro en que casos se quedaba el dinero la administración comunista de forma oficial y en cuales se quedaban en los bolsillos de los responsables de los hospitales.
En la mayoría de los casos, se trataba de pacientes que no podían dar su consentimiento a participar en tales experimentos, como por ejemplo la treintena de bebes con lo que se probó el EPO en un hospital berlinés, y para los que no consta consentimiento de los padres, o los adictos al alcohol en fase de delirium tremens, a quienes se suministró Nimodipin de Bayer,.
Según estos documentos hubo pacientes que murieron durante los experimentos. El país que cometió este trafico con la salud de las personas ya no existe, pero es previsible que las empresas farmacéuticas que participaron en estos experimentos con seres humanos tengan que hacer frente a cuantiosas indemnizaciones.
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